Sain Germain

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lunes, 1 de junio de 2009

Maestro Jesús

Mensaje recibido 2 de octubre 2004
Somos la familia de la luz, de ella nos originamos y a ella retornamos, sus corazones expandidos desbordando amor y su conciencia despierta en el ahora es un faro para sus hermanos।
A través de ustedes se glorifica el plan, el plan original y familiar, sus divinas presencias brillan satisfechas
Todos y cada uno está caminando y vivenciando sus propios proyectos de vida y con ello facilitando los proyectos mayores de su alma superior.

No hay nada deshechable, nada ni nadie, todo tiene un sentido sublime, todo tiene un porqué más elevado del que su ego puede comprender.

Cuando abren su corazón solo sienten amor, amor infinito e incondicional, ya nada los perjudica, ya nada entorpece sus pasos, son quienes son y comienzan a vivir su vida en plenitud, recobrando los derechos inherentes a su ser y a su encarnación.

Son amados por sí mismos, por su divina presencia y por la familia de alma a la que pertenecen. Personalmente les he mostrado mi infinito amor y la importancia que cada uno tiene y cada uno ha de recobrarla para su propio beneficio. Cada uno ha de despertar al entendimiento de la verdad de su corazón.

Cuando se liberan de prejuicios, de aprendizajes impuestos y autoimpuestos, de costumbres e idiosincrasias entonces retornan a su fuente, a su propia verdad y descubren el amor que subyace desde siempre y para siempre en cada uno, sembrado en la profundidad de su Ser, en su interior, la semilla divina, la chispa de Dios y entonces son quienes son, hijos y hermanos de una familia humana y de una familia eterna, linaje real y escogido para éste ahora, para éste tiempo en la tierra, tiempo de cosecha, tiempo de gloria, tiempo de luz.

Mis queridos hermanos, mis pequeños niños, maravillosos y preciosos que retornan a mi Padre desde su corazón, liberando su alma al aprendizaje supremo que les brinda la carne. Mis pequeños niños que comienzan a disfrutar plenamente el ahora y con ello la vida misma, sus corazones se emocionan a cada instante, se transmutan y se reciclan. Los rayos de luz de la fuente anclan en cada uno y potencian sus dones, sus virtudes, éstas florecen y dan frutos y sus hermanos se benefician del amor que éstos contienen.

Mis queridos y maravillosos hermanos no hay tiempo ni lugar más perfecto y glorioso que el que ustedes habitan, lo desearon con toda su alma y aquí están en este ahora perfecto y glorioso manifestando vida, vida infinita, creación suprema y sublime. Sus mentes se expanden, sus ideas se elevan, sus sentidos se despiertan, sus pasos se agigantan y se acercan a su origen, al hogar, a la conciencia de todo lo que es.

Nunca antes experimentaron en la carne una energía similar, una fuerza y un poder similar y se lo han ganado a través de miles y miles, y miles de años, tiempo sin medida.

Hoy se levantan y caminan con paso seguro, sus corazones plenos, sus certezas de Ser, sus verdades profundas permiten que así sea. No hay temor para quienes despiertan a su amor divino, a su poder, a su luz.

Ya no están solos, caminamos todos juntos hacia una luz suprema, hacia el hogar, retornamos como nunca antes, con fuerza, con poder, con convicción y con nosotros llevamos a todos los que deseen. Cada uno tiene su momento, sus motivos y sus porqués, mientras uno despierta y vigila otro duerme, sin embargo todos vivencian tarde o temprano el retorno, el regreso a casa.

El plan es perfecto, la familia encausa los pasos, nuestras manos alcanzan para todos, para asirlos, para traerlos, para abrazarlos, estamos siempre con ustedes. Mi corazón está con cada uno, no hay ninguno más lejos que otro para mí, todos son mis amados hermanos, todos son mi familia y todos son maravillosamente importantes en la causa.

No duden solo caminen disfrutando cada paso sin mirar atrás, sin perderse en el infinito, disfrutando el ahora, en el ahora estamos todos, en el ahora subyace el milagro de amor supremo e infinito que todo lo contiene, omnipotente, omnisciente y omnipresente.

Mantengan el paso firme mis queridos.
Su maestro Jesús

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